La formación musical indostánica y su teoría ha podido ser conocida gracias a los trabajos de divulgación publicados por el rajah Sourindro Mahun-Tagore, hombre de vasta cultura musical y literaria que quiso dedicar la mayor parte de su vida a la generosa misión de dar a conocer con todo detalle la música de su país a los europeos. Gracias a este trabajo de divulgación fue descorrido el tupido velo tras del que se escondía el fondo teórico y técnico de la música hindú.
En el noroeste de la India existía una antigua civilización india que exhibe determinadas relaciones con Mesopotamia y Egipto. La música estaba vinculada con la religión védica (basada en los cuatro textos épicos Vedas, que son los textos más antiguos de la literatura de la India, compuestos a partir de mediados del II milenio a. C.). En el Sama-veda (uno de los Vedas) se encuentra el primer escrito sobre la música de la India. Se halla en el capítulo dedicado al teatro, puesto que la música india está ligada con la lengua, la danza y el gesto. En el III siglo a. C., el musicólogo Bharatá compuso una música vocal dedicada al dios Brahmá. La música profana, es decir, sobre todo la poesía amatoria y la música instrumental, se le opone a este culto brahmánico como culto del dios aborigen (no ario) Shivá.
En el siglo XIV d. C., el norte de la India se islamizó, y la música de culto védica pasó a un segundo plano.
La música de culto védica es vocal y monódica. Sus melodías desarrollan determinadas tonalidades, expuestas por vez primera por Bharatá, pero que se remontan a prácticas antiquísimas. Los textos del Rig-veda se declamaban como canto hablado silábico, dentro del estrecho marco de tres alturas de tono entero.
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